El infierno
Una doctrina ignominiosa
y absurda

El infierno es probablemente una de las doctrinas de la Biblia que han creado más confusión y controversia. La Biblia nos presenta a un Dios compasivo y perdonador, que estuvo dispuesto a enviar a su Hijo a humillarse y morir una muerte injusta y despiadada por amor a nosotros, con el fin de salvarnos del castigo de la muerte eterna.

Este mismo Dios es presentado por las Sagradas Escrituras como un Ser amante de la justicia y el derecho por sobre todas las cosas. Todo su reino y su trono están asentados sobre el fundamento de un estado de justicia absoluta y perfecta. Tal es así que este mismo estado de justicia nos pone en una situación insostenible de pecado ante Dios, y la razón misma por la que Jesucristo debió morir a fin de salvarnos de las consecuencia fatales de transgredir su ley y su justicia. El vivió la vida que nosotros no hemos podido vivir, y murió la muerte que nosotros deíamos morir. Cuando creemos esto, y confesamos nuestros pecados a Dios, “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. (1º Juan 1:7)

Tan extraordinario es el sistema de justicia de la Biblia, que en él está fundado el derecho romano, en el cual a su vez se sustentan los sistemas de derecho actual de la gran mayoría de los países del mundo.

Curiosamente, por otro lado, algunos afirman que este mismo Dios es tan implacable en su sistema de hacer justicia, que su castigo para los pecadores es el tormento por un fuego que nunca se apagará.

Es decir, según esta creencia, Dios tendría que transformar la naturaleza humana a fin de hacerla resistente al fuego, de modo que nunca se consuma, y así pueda resistir el castigo por fuego, sin quemarse, pero sufriendo el tormento de quemaduras por todas las edades sin fin, para siempre. No importa si es una corta vida de pecado que ha durado 12 años, como en el caso de un niño, o 25 años, o 75 años; no importa si las trasngresiones son graves o leves, si los pecados fueron emborracharse y usar drogas, o violar y matar, como sea, tu destino será el mismo: quemarte por semanas, meses, años, siglo tras siglo, milenio tras milenio, para siempre, por todas las edades sin fin. Estos seres vivos serían convertidos literalmente en zombies inmortales, incapaces de hacer ninguna otra cosa con su mente y su cuerpo más que revolcarse en dolor abjecto en un lago de fuego por la eternidad. ¿Sería esto “justo”? ¿Revela un castigo de semejante magnitud a un Dios de “justicia”? Más bien, una “justicia” así de injusta, revelaría a un Dios mucho más defectuoso que el mismo ser humano.

Es obvio que aquí hay un serio conflicto y una contradicción irreconciliable con la lógica, y cayendo directamente en lo absurdo. Un mismo Dios no puede presentar un contraste de caracteres tan extremos y opuestos. La justicia y la misericordia son indudablemente los dos rasgos del carácter de Dios más extraordinarios y maravillosos, y la sola idea de que este mismo Dios pueda tener un lugar de tormento eterno en algún rincón del universo es un insulto descarado a su naturaleza y carácter. Y esto sin siquiera entrar a considerar lo que esto diría de su inteligencia.

Buscando entre los jueces y reyes más malos e injustos que hayan existido en este mundo, no podríamos imaginar a uno solo de ellos ejecutando una justicia tan injusta y despiadada como la que le atribuyen a Dios quienes afirman que existe un infierno de llamas eternas. Esta doctrina es no sólo una bofetada contra Dios y la justicia de su reino universal, sino un insulto y una falta de respeto a la ineligencia y la razón de cualquier persona coherente y en su sano juicio.

Es por ello que con mucho acierto el apóstol Pedro escribió una severa advertencia contra personas que se atreven a tergiversar la verdad y el carácter de Dios de semejante manera, cuando dijo: “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.” (2º de Pedro 3:15-17)

Sin embargo, la Biblia habla acerca de un “fuego eterno” y de aquellos que serán arrojados en “el lago que arde con fuego y azufre”. En esta sección de La Biblia Eterna entenderemos, con la Biblia en la mano, que la doctrina del infierno es una corrupta invención humana inspirada por el mismo Satanás para desacreditar el maravilloso, justo y santísimo carácter de Dios. Oramos que Dios te dirija en esta investigación y te permita entender la claridad y hermosura de su Santa Palabra, y más importante aún, de su carácter.


Una vista del infierno. Qué contraste entre esta aberrante escena
y las escenas en que Jesús sanaba, alimentaba y consolaba
a hombres, mujeres y niños dolientes.

 

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